lunes, 7 de junio de 2010

Todos seremos uno


Se acerca el momento más esperado para todos los futboleros. Para los que no nos importa quien juegue, sino que simplemente lo haga, es el regalo más lindo, porque de pasar de ver un partido de la liga más lejana a este fenómeno, es como el premio a la perseverancia. Para aquellos que disfrutan de determinados equipos, determinados jugadores, se les brinda la posibilidad de tenerlos a todos en acción, pero en circunstancias dispares, inclusive a algunos sin grandes estrellas al lado ( como lo hacen durante el año en sus equipos ), pero lo más importante, defendiendo a un País. Y a esos que simplemente nos acompañan en el viaje que hacemos alrededor de la redonda por un rato, éste es uno de los boletos más tentadores del mercado.

La Copa del Mundo, sin dudas, es el punto de encuentro de millones de seres humanos. Los primeros en fusionarse son los más allegados, que intentan reunirse para compartir esta pasión indescriptible. Luego, el barrio, el compañero de trabajo y todo el entorno secundario pasa a tener un solo hilo de conversación. De ahí se salta a un plano mucho más amplio e importante; una bandera. El país entero detrás de un color, 90 minutos de tensión y la desesperación por poder largar desde el más profundo de los sentimientos el gran denominador común; el grito de gol.

Cientos de millones de personas detrás de lo mismo, cosas que solo el fútbol puede hacer. Ni el más absurdo de los soñadores podría imaginar una fusión semejante. Cuantas cosas se podrían lograr si se repitiera esta homogeneidad en tópicos de solidaridad. Sin embargo, la única que entiende el por que de este milagro, es la más codiciada de las silenciosas, la pelota.

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